Me gusta mucho la idea de cultura como espacio virtual, que está liberado de las leyes del tiempo, que aporta poderes y estados de bienestar (o de sufrimiento) que sin esa intervención no serían alcanzables.
Si la cultura se considera un espacio virtual, habrá que analizar el concepto de especularidad que se adapta a estos espacios. La cultura no refleja el mundo natural tal y como está, sino refleja lo el que hombre considera importante, adecuado, necesario para llegar a un objetivo determinado o para conseguir una reacción determinada. El hombre creador interviene mucho en el reflejo, y esta vez no cambiándose a si mismo sino solamente transformando lo que está reflejado. Obviamente existe una interrelación entre los dos mundos, el “real” y el “creado”, pero aun así solo se puede hablar en una dimensión restringida de especularidad. A lo mejor se puede observar la transformación que consigue el creador de cultura con el reflejo de su obra en el mundo real en los perceptores de esa obra, de una manera que se crea una relación de forma triangular. Siguiendo con la metáfora, el espejo en este caso sería más bien un vidrio que refleja el rayo de luz emitido por el “creador” según el ángulo a otro punto que serían los receptores, los consumidores de la cultura.
Entendiendo cultura como algo artificial, que fue creado e inventado por el hombre, se puede afirmar también la idea de la difuminación entro lo natural y lo artificial. La cultura cada vez más se percibe como algo natural, como algo de gran valor, que es importante y forma una parte imprescindible de nuestras vidas. Por supuesto depende del grado de abstracción y de intervención del hombre, así que por ejemplo obras de arte contemporáneos se consideran probablemente más artificiales que la lectura de una novela. Pero en general se puede notar esa tendencia difuminadora.
También la característica de ubicüidad de lo virtual se empieza a adaptar más y más en el ámbito de la cultura. La presencia de acciones y expresiones culturales aparece hoy en día en casi todos los aspectos de la vida diaria, y con su entrada en el mundo digital se aumenta ese fenómeno. El carácter de pirámide, de la idea de que cultura solo es algo para los cultos e intelectuales, desaparece continuamente, convirtiéndose la cultura en una red en la que pueden participar todos, en la que ya no existe ese alejamiento de una parte de la sociedad. Un ejemplo muy bueno sería el crowdfunding, que actualmente se usa mucho, una manera de apoyar lo que uno considera interesante, útil o puramente divertido según las posibilidades de cada uno. Así, en esa red pueden intervenir todos. (Habrá que tener en cuenta que esa supuesta igualdad tampoco es tan perfecta, que el poder y las diferencias se transformarán también y aparecerán de otra manera.)
En todo caso hay que estar atento y vivir los cambios y las transformaciones conscientemente, interviniendo en la creación de ese nuevo mundo virtual y no dejándolo crecer según sus propias reglas.
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